26.2.12

El gato.



Estaba segura de que el gato me miraba, esperando una respuesta, pero yo no le veía y tampoco había entendido la pregunta. Un leve maullido desde alguna parte había producido eco en mi mente. El gato seguía ahí, y yo no tenía palabras para el. Quizá me ofrecía galletas, o me preguntaba la hora, pero como el tiempo es relativo y su vida gatuna es diferente a la mía, mas corta, mas rápida y mas silenciosa, me ahorré el mirar el reloj, porque si te soy sincera me importaba un comino la hora que fuera, aunque me estuvieran esperando en casa. El gato, ¿de que color serían sus ojos? ¿Plateados, quizá, como dos lunas gemelas?. El gato. ¿Habría leído a Platón? ¿Sabría algo de la filosofía de Sócrates?. El gato. No creo siquiera que se planteara su propia existencia, pero si la mía, de donde he venido, que hago aquí, y a donde voy. Quizá le interesase saber que mis pasos me habían guiado con impulsos para romper con la rutina, porque esta noche debía conocer a un gato escondido, debía oír su maullido y su cascabel, y sentir el frio horadando mi piel.


Quien fuera gato, para preguntarle a los extraños sin temor quienes son, de donde vienen y adonde van, ofrecerles galletas y observarlos a escondidas, vivir libre y dormir bajo las estrellas. 

3 comentarios:

  1. muy hermoso y sentido tu texto, tienes mucho talento y tu blog es en verdad original y muy lindo, un saludo :)

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  2. Muchas gracias Elizabeth, me alegro que te haya gustado el paseito por mi rincón, saludos!

    Ais demakrada, quien no les envidiaría....quizá un alérgico, no? Un besote :)

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