31.1.12

Los días terminan con un color despedida.

Cuando me marché deje el valor en una taza de , dejé mi ropa y mis miedos, mi locura y mis sueños. Cuando me marché os regalé mis nubes y mis soles, mis recuerdos, mis zapatillas rotas con los cordones amarillos. Cuando me marché sentía el corazón morir a medida que me alejaba de la costa.
Cuando llegué me senté a esperar al tiempo bajo un árbol de viento, con una copa de vino caliente en la mano y una lagrima cristalizada en la mejilla. El amanecer me resultó indiferente, incoloro, cuando llegué estaba ciega, sorda, muda, viviendo en el horizonte. Cuando me enterré en la playa junto a las tortugas no noté el frío, las olas, la sal, no noté la arena quebrando mi piel y no escuché a las caracolas susurrando. Cuando llegué la tierra era gris, como las cenizas de los que murieron esperando, y ahora lo sigue siendo, pero con pequeños brotes que anudan mis tobillos, cuando llegué no te conocía
Cuando llegué no quería llegar, ahora me tengo que ir, y no se si me quiero marchar.


2 comentarios:

  1. Lágrimas cristalizadas.Colores apagados.Insensibilidad a flor de piel. Sentimientos concentrados.

    No cabe duda de que es una despedida con un amargo sabor, áspera consistencia, y que exuda un poco de... ¿dolor con unas gotas de miedo?

    ¿Abrazos incoherentes? Pues besos incompresibles

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  2. Siempre he pensado que los cambios son buenos, pase lo que pase. Aunque no te quieras ir, otro horizonte estará esperándote. Siempre hay un futuro.

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