2.10.11

El hombre cobarde.

El hombre cobarde se adelanta un paso, y retrocede diez. Ni sabe, ni contesta. El hombre cobarde no escucha a sus instintos, ni a las personas que están a su alrededor. El hombre cobarde grita, no medita, escupe, no piensa. Los hombres cobardes son muchos, son cientos, viven en jaulas y creen que vuelan libres, se conforman. Los hombres cobardes asumen, no transforman, se estancan, no avanzan. Todo es un ciclo, en el que no entra su cabeza, su cabeza es como una montaña de vacío, grande, pesada, inmóvil, tan quieta que duele, que el aire no se atreve a pasar cerca de ella, y por eso se encierran en una cárcel de sueños materiales. 

El hombre cobarde me dijo un día que yo era una ilusa, y yo le miré, sonriendo, y le dije que no me importaba lo que me dijera un hombre cobarde, pero no me entendió, porque tenía miedo de hacerlo.




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