He parido un monstruo, le he puesto nombre y lo he acunado contra el pecho. Me ha mirado con sus terribles ojos y ha reventado, hostil, en mis manos, dejándolo todo perdido de vísceras y crueldad. De cada trozo de su despedazado cuerpo ha surgido un liquido negro y espeso, como petroleo, como brea, que se ha extendido por toda la habitación y ha tapado puertas y ventanas. Estoy atrapada, presa de mi propia creación, entre cuatro paredes. Su cabeza sigue entera, salpicada de sangre, y ha abierto los ojos, enfocándome con sus pupilas amarillas. De su repugnante boca ha surgido un infernal chillido que ha durado horas, horas enteras, con sus ojos clavados en los míos, con esa masa viscosa trepando por las paredes. He tenido que taparme los oídos para que mi cabeza no estallara como su maldito cuerpo, pero ese chillido estaba en mi cabeza, y no me dejaba apartar la vista de el. He sentido deseos de levantarme y aplastar su cráneo contra el suelo, deseos anulados por ese sonido agudo y penetrante. Por fin ha cesado, y ahora intenta alcanzarme con su lengua bífida, enseñando los colmillos, al borde de la muerte.
El sueño de la razón...
ResponderEliminarEstaba entre poner ese grabado de Goya o este, 'Pesadilla', de Nicolaj Abraham, y me pareció mas apropiado este, un abrazo :)
ResponderEliminarCoincido con Juan Antonio jajaja Un abrazo!
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