29.9.12
Padre ciervo.
18.9.12
Eramos jóvenes....
....y la revolución nos llamaba. El fuego ardía en nuestras entrañas y quería describir parábolas en el cielo, pero nos atrapó la realidad en las barricadas. El fuego iluminaba nuestros rostros, los rostros de niños rabiosos e indomables, ingenuos y soñadores, de niños valientes sin miedo a nada. Nos rodearon los brazos de la incertidumbre, fuimos presas del horror arrastrados por la policía, encerrados en los calabozos, reprimidos y desolados, llorando nuestra rabia en las almohadas. Nuestros moratones fueron heridas de guerra, y nos recordaban que cada día era una batalla, que la lucha duraría toda la vida, hasta el mismísimo día de nuestra muerte. Las miradas de reprobación nunca nos hicieron desistir, solo alimentaron nuestras ansias de demostrar que teníamos razón, y volvimos a intentarlo, una vez mas, siempre una vez mas, con las manos llenas de amor y de rabia, de bengalas y cócteles molotov, de adoquines rotos. Muchos compañeros se quedaron atrás, besando el suelo entre nuestros gritos desquiciados, y otros tan solo decidieron cambiarse de bando. Y cuando creímos que todo estaba perdido, cuando menos esperanza nos quedaba, descubrimos el sabor de la venganza en nuestros labios, y entonces fuimos peligrosos, tanto como ellos temen, ya no teníamos nada que perder. Porque eramos jóvenes y la revolución nos llamaba, somos jóvenes y la revolución nos llama, teníamos que hacerlo porque era nuestro momento, tenemos que hacerlo porque no nos quedan mas opciones.
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