27.4.12

Dulce nihilismo.

Te beso con la misma dulzura con la que me enciendo otro cigarro, me doy a los vicios, costumbres dionisíacas marcan mi vida, olvidé la razón desde que oí la historia de un hombre lejano que tuvo el valor suficiente para matar a dios y desplegar las alas. Vivir,¿que hostias es vivir en este mundo donde todos lo hacen de la misma manera? Déjame ser león que destroza todo a su paso, perdida aquí, en ningún lugar, contigo. Déjame dormir y tener pesadillas, mañana despertaremos siendo niños de nuevo, salvajes, bárbaros, hojas en blanco esperando ser manchadas de pintura, barro y sal. Duérmete entonces, que las palabras te sepan a cielo y no te desvelen los cantos ásperos de los fantasmas eléctricos, deja que arda todo a lo que llaman verdad, que cuando amanezca resurgiremos desnudos de las cenizas del viejo mundo. Te cuento todo esto con la misma dulzura con la que cierro los ojos cada noche esperando a que llegue el día de correr descalza por la hierva  que querría que habitase donde el asfalto clava sus garras, te recuerdo siempre con la misma dulzura con la que acaricio las palabras, con la que formo párrafos y elaboro metáforas que ni yo misma entiendo. Duerme, es tarde y el sol  no quiere que le veamos desperezarse, que la luna es orgullosa y no le gusta que nadie presencie, decepcionado, su derrota. 









7.4.12

Llévame a casa.

Cógeme de la mano, fuerte, con firmeza, no mires al suelo, ancla la mirada en horizonte y haz que me pierda contigo en él. Tengo calor, ya conozco este lugar, llevo toda mi vida encerrada aquí, con la misma luz, los mismos muebles, los mismos muros. Déjame respirar un instante de estas cuatro paredes sordas,  déjame acurrucarme en esa bóveda azul que cuentan que hay más allá de mi techo y pasar frío y tener hambre. Quiero sumergirme en la noche, en el mundo, como en el mar que me rodea, contar estrellas a la deriva, quemar mapas y desdibujar constelaciones, solo por mantenerme lejos de este infesto nido de quietud y seguridad, solo para sentirme viva, cortarme la piel con las hojas de un poemario de Quevedo y sentir vértigo al saltar del nido, abrir las alas, volar. Emancipame de los ruidos conocidos, enséñame otros nuevos, que esta mañana me sabe a a fruta robada y a caminos de tierra, invítame a un amanecer, que las horas no traigan consigo el sueño, que las 3 de la madrugada es la hora maldita en la que todos los gatos son pardos y sus ojos brillan como las dos lunas de Marte. Olvidemos a la gente que pasa y nos mira, no somos de aquí, no lo queremos ser, solo estamos de paso, haciendo turismo en las aceras, bañándonos en el río helado y secándonos al sol como la ropa tendida. Regalemos nuestra suerte, que sea de todos, que el futuro se desnude arrodillado ante nuestros pies, reyes de algo que todavía no existe, construye tu reino conmigo, libera a los siervos de la corte, que todos bailen y beban vino, que esta noche hay eclipse de luna y las brujas me han dicho que traerán absenta. 



6.4.12

Pedazito de incoherencias tristes.

Un cigarro y un trago de rabia para desayunar, promesas rotas. Dije un día que jamas dejaría de sonreír, pero en estos tiempos el mundo ha podido conmigo, un mundo donde un 'jamás' sale demasiado caro. El cielo no nos espera, juventud eterna, juventud perdida. ¿Oyes a los cuervos morir? Se acerca el fuego, huye. El asfalto no florece aunque lo reguemos con sangre. Entre la luna y el sol no hay mas que ceniza y miedo, promesas rotas. Decepción a las doce en punto, sigo sintiendo el mismo que ayer, las mismas ganas de romper con todo, mi corazón no entiende la autoridad...mi corazón ya no entiende nada. 



2.4.12

El fuego que odio.

El fuego que odio hoy lo devora todo, arranca el verde del suelo y mancha el cielo de humo triste. Las nubes se asustan y no quieren llover, el viento corre y alimenta las llamas. El fuego arrasa el bosque. Mueren plantas y animales, abrasados, con el miedo en los ojos, en la carne, en las ramas, en las flores. El fuego que odio está lejos, pero puedo oír a Gaya marchitándose, a los búhos huyendo de su reino,desde aquí, desde el desierto, oigo a los arboles chillar y a la tierra quedarse estéril, y hasta los pájaros que vuelan al lado de mi ventana lloran.La vida hoy es un río de llamas, un incendio en los corazones. Codicia humana, asquerosa,  que corrompe hasta lo mas puro y nos deja desnudos, frente a los edificios, indefensos, heridos, furiosos y doloridos. ¿Quien devolverá a cada ciervo su identidad, a cada insecto su guarida, a cada lobo su mirada? Ya no creo en nadie, solo en aquello a lo que no otorgan raciocinio, que aunque es capaz de matar, nunca hará tanto daño como ese ser maldito que ha provocado esto. Mandaré abrazos de lluvia a los bosques del norte, para intentar extinguir su dolor.