31.1.12

Los días terminan con un color despedida.

Cuando me marché deje el valor en una taza de , dejé mi ropa y mis miedos, mi locura y mis sueños. Cuando me marché os regalé mis nubes y mis soles, mis recuerdos, mis zapatillas rotas con los cordones amarillos. Cuando me marché sentía el corazón morir a medida que me alejaba de la costa.
Cuando llegué me senté a esperar al tiempo bajo un árbol de viento, con una copa de vino caliente en la mano y una lagrima cristalizada en la mejilla. El amanecer me resultó indiferente, incoloro, cuando llegué estaba ciega, sorda, muda, viviendo en el horizonte. Cuando me enterré en la playa junto a las tortugas no noté el frío, las olas, la sal, no noté la arena quebrando mi piel y no escuché a las caracolas susurrando. Cuando llegué la tierra era gris, como las cenizas de los que murieron esperando, y ahora lo sigue siendo, pero con pequeños brotes que anudan mis tobillos, cuando llegué no te conocía
Cuando llegué no quería llegar, ahora me tengo que ir, y no se si me quiero marchar.


23.1.12

canción de enero.

Es posible que me marche como la nieve se funde,
 en silencio, con el sol, mermando lentamente
 hasta ser solo el recuerdo de algo  que  pasó.

es posible que vuelva el  año que viene,
con otro nombre y otra historia que contar
vestida de cosecha verde,
 de campo de trigo,
de orza de pan.
 Es posible que en la brisa
 podáis oír mi respirar
 y que los arboles susurren mis canciones,
 y que el agua del río os traiga mis sueños
 y las hojas caídas sean mis errores.

También es posible que me encontréis
 mucho antes, en el bosque, dormida,
en una mano un poema, y en la otra el corazón
con mi libertad  por fin hecha canción.... 



17.1.12

Thurisaz.

Un hombre alto me observaba desde el umbral, atravesándome con una mirada gélida como el hielo. Su rizada barba reposaba sobre su pecho, y su piel lucía varias cicatrices a pesar de ser blanca, quizá poco curtida para tratarse de un guerrero. Las antorchas que guiaban hacia aquella gran puerta de madera ennegrecida y metal herrumbroso alumbraban la mas profunda oscuridad, no hacía frío ni calor, incluso cuando me acercaba a las llamas de la vereda de aquel camino no notaba calidez alguna. No se oía ningún sonido pero tampoco te invadía un silencio sobrecogedor, y aquel centinela de mirada perturbadora seguía inmóvil frente a la puerta. No era consciente del movimiento de mi cuerpo, mi ser era liviano, rozando lo etéreo , pero indudablemente me dirigía hacia delante, hacia ese hombre con aspecto bárbaro, con el rosto crudo de quien ha visto la muerte y ha conversado con ella, y me estaba esperando. Llegué frente a él, y de pronto las llamas de las antorchas se desvanecieron, pero la estancia no quedó a oscuras, pues la puerta se estaba entreabriendo y de ella salía una luz pálida, como la de un amanecer frío. Intenté hablar, articular alguna palabra, pero fue inútil, mi voz parecía anulada por algún embrujo. Fue entonces cuando algo sobre mi pecho ardió haciéndome llevar la mano directamente hacia aquello que abrasaba mi piel. Era una piedra, una lagrima de un color verde profundo colgada de una fina cadena plateada y en su centro un símbolo, una antigua runa. El centinela extendió su mano. Dudé, sus retinas clavadas en las mías invadían mis pensamientos, mis actos,  no entendía por que no quería darle aquella piedra candente. Entonces pensé 'déjame pasar', y esbozando una sonrisa, el guerrero me dirigió la palabra.


-¿Estás segura que eres capaz de pasar por esta puerta?


 No entendía nada, el seguía con la mano extendida, y yo no deseaba entrar por aquella puerta, pero algo dentro de mi me obligaba a hacerlo, así que deposite el colgante en la mano de aquel extraño personaje y le miré de nuevo a los ojos, descubriendo un azul aun  mas oscuro que antes, y pregunté, esta vez rompiendo aquella monotonía de silencio o  no-silencio:


-¿Quién eres?
 -Thor, ya puedes atravesar mi puerta, caminante- respondió de nuevo con una voz que hacía temblar las paredes.


Eché a andar, la luz me cegó y caí de rodillas al suelo, sintiendo un manto de nieve bajo mis manos. Un guerrero a caballo surgió de mis espaldas y se alejó cabalgando, y la puerta se cerró tras de nosotros, dejando por delante un bosque nevado y un amanecer rayando el cielo.

16.1.12

Mi amigo Miedo.

Tengo Miedo. No es nada nuevo, pero de vez en cuando me acuerdo de que lo tengo. Le atrapé hace años, me lo encontré de noche, le canté una canción y se quedó dormido, así que lo metí en un tarro de cristal y lo he puesto en una estantería, junto a mis libros favoritos y un CD de Pink Floyd. Ahí sigue, despierta de madrugada y me mira con sus ojos fluorescentes, a veces me pregunta la hora en algún idioma extraño, así que he optado por ponerle un reloj cerca para que no me moleste. No es que no me sienta mal por tenerle encerrado en un botijo, pero mejor así que suelto por ahí, haciéndome cosquillas o acechándome en sueños. Suelo imaginar que un día de agosto consigue escapar y me vuelvo loca buscándolo, y si no lo encuentro rompo a llorar, pero al menos ya tengo bote de cristal vacío para poder meter la tristeza. En el fondo, si no está le echaría de menos. Te quiero, Miedo. 


11.1.12

Huele a quemado.

 Consumidos por el humo negro de las maquinas, de la desesperanza, encerradxs en jaulas entre edificios y grandes centros comerciales. Las escaleras mecanicas nos acercan mas y mas al final, la tierra desgarrada se retuerce de dolor, está herida y olvidada. El ser humano se pudre en su dimensión de papel sagrado, manchado con el color de la vida sin sueños. Este papel perturba el alma y corrompe la conciencia, mujeres y hombres se tatúan la codicia en el corazón. Olvidan sus instintos y su propia Naturaleza, asesinan animales y cultivan vegetales fecundados con el veneno del laboratorio. Enfermxs de sociedad, presxs de las aceras, andando hacia ningún lugar. Pero hoy huele a quemado, el alba se despereza y trae consigo frío y silencio sobrecogedor. Los adoquines ya no chillan, han sido liberados de su cárcel y han arremetido contra aquellos que les pisotearon. El alba trae la luz y se descubre la verdad, edificios ennegrecidos, coches que se convirtieron esta noche en antorchas, cenizas y escombros. La rabia desbocada ha traído consigo un mundo nuevo, donde todo está por construir, donde empezar de cero. Esta noche no dejamos lugar para las sombras, iluminamos las ruinas con la luz naranja de las hogueras, y bailamos a su alrededor, como críxs, manchadxs de hollín. 





Ama la revolución, todo es  mas bello si lo rodea el fuego. 

8.1.12

Ahogada.

Sábado, noche fría y mirada triste. Intento ahogar las ganas de llorar en cerveza y humo, algo falla. Me quedo en blanco en medio de un mundo gris y suspiro porque es el camino mas rápido para llegar al desierto de inquietudes que me produce el unirme unas horas a un rebaño que no sabe a donde va. Ya no me siento bien aquí, quiero salir corriendo y romper la botella contra el suelo, arrastrarte de las cadenas y gritarte que si vienes conmigo seremos libres por un rato, pero prefieres quedarte de rodillas en tu caverna de Platón personal, en tu mente vacía, hablando de lo bonitas que se ven las sombras en la pared hoy. Aquí la música se convierte por una vez en mi enemiga, pues mis gritos no se oyen por su culpa. Despierta y te preguntare si la realidad te parece un sueño o una jodida pesadilla. 

3.1.12

A lxs lectorxs.

Por motivos ajenos a mi persona, Bloger ha decidido, desde hace ya unas semanas, no permitirme dejar comentarios en ningún blog, ni ajeno, ni propio, por lo que me veo obligada a postear avisando del motivo de mi silencio desde hace un tiempo y aprovechando del cambio de imagen de Respira.


A ese pequeño corazón de manzana que ha llegado por aquí, gracias, y que sea bienvenido, que aquí hay hueco para muchos mas corazones. 


A todos los que habéis comentado últimamente (y a los que no también) gracias, como siempre, es un placer enorme teneros por aquí, vosotros sois quien hacéis que cada día (o casi cada día) le ponga ilusión a este rinconcito que ya se ha convertido en parte de mi, en un reflejo claro de lo que soy.

También deciros que sigo diariamente vuestras publicaciones, pero como he dicho antes, no puedo dejaros huella de mi paso, lo siento. 



A todos en general desearos feliz 2012, y que el fin del mundo os pille escribiendo, o follando o queriendo, o prendiéndole fuego a algo, quien sabe...