27.11.11

desahogo de buenas noches.

En un impulso involuntario sucumbiré a dejarlo todo,  a irme lejos con una falsa identidad y el pelo teñido de negro azabache, y los ojos sin pintar para que nadie me reconozca, a empezar de nuevo lo que nunca terminé. Cualquier día me canso de ser yo y me dejo seducir por las influencias, o me canso de respirar y aprendo a sumergirme en el mar de la inconsciencia eternamente.


Que frío hace este invierno en esta áspera isla que me devora, y cuan lejana aquella ciudad, Barcelona, con tantas calles por reedescubrir y otras las cuales son mejor olvidar, y personas que deseo conocer y otras que prefiero no necesitar. Si, algún día no muy lejano desapareceré de aquí y en mi lugar encontrareis una nota que ponga ''voy a donde nunca estoy''. Cualquier día me canso de mi nombre y me lo cambio por el sonido del viento testarudo que despeina a doncellas y hace volar los sobreros de los caballeros, o por el traqueteo de un tren que lleva lejos a quien lo desea, y a quien no, también, porque mi nombre me ata a quien soy, y a quien quizá no quiera ser, pero estas cadenas son las letras que salen de mis dedos al escribir ya entrada la noche, en un entorno poco adecuado para follarme a mi musa, para beber hasta caer, para no ser yo. Como encerrada en este ambiente cálido y agobiante, como presa de una des-inspiración infinita. 


 Me voy siendo yo otra noche mas, pero sin saber si mañana volveré a firmar con este nombre maldito, maltratando mis pulmones con tabaco, sintiendo que la vida se me escapa en cada bocanada de humo. Buenas noches, mundo hijo de puta. 





¿Podéis morir todos un rato?  
Creo que tengo un grave problema de sociabilidad.




ARRRRRRRRRRRRRRGHHHH!!!!

26.11.11

La bruja de la tundra.

Viajero, pretendiste llegar sin saber nada y sin querer saberlo y olvidaste por que arrastraste tus rodillas hasta mi hogar, por que tu sangre ahora mancha la nieve del camino. El frío no perdonó a tu corazón  y ha congelado su latir, la escarcha se acumula en tus ojos, desde siempre ciegos. Sé que viniste porque buscas tu verdad, porque te sientes solo, pero por desgracia para ti el rumor de mis poderes de hechicera son falsos, y no puedo ayudarte. No eres el primero que emprende el viaje hasta mi cabaña y me pide consuelo, todos venís con el mismo motivo.
 Donde vivo, en este bosque sombrío en medio de ninguna parte, en el destierro, el silencio es tal que el hombre aprende a escuchar su corazón. Aprende a sentirse solo, si, pero también a encontrar compañía en las cosas mas nimias, en el murmullo del arrollo y en los rayos del tímido sol de la tundra. Aprende, pues, hermano, a escucharte, a encontrar compañía en la meditación a la orilla del fuego, en los animales de lomos blancos, aprende a ser humano sin necesidad de rodearte de caras desconocidas, aprende a darte calor en el refugio de la sabiduría eterna, no en reuniones vacías en contenido. Que sentimiento tan cruel es aquel que con su fuerza devora las almas de los que no saben conversar con su propio yo, ¿quien te puede decir mas que tu mismo? ¿quien puede hacerte tantas preguntas? ¿quien puede saber quien eres? Conócete a ti mismo, amigo, y descubre la esencia de lo que todos somos. 

24.11.11

El día menos pensado.

Como cientos de peces en un charco, como las estrellas, aparentemente iguales, en el cielo. Intentar destacar es nuestra meta, algo de amor, algo que nos haga seguir andando, aunque no sepamos a donde vamos. Recuerdo cuando no tenia nada que temer, ni que perder, y ahora un mundo entero se alza a mi alrededor y me cuesta respirar, sus muros me apresan, quiero salir y volar, no me gusta este lugar. Algún día, cuando ya no esté, quiero que alguien me eche de menos, y se ría de los momentos que vivimos, de los litros de penas que nos bebimos juntos, quiero ser una estrella en su cielo, aunque no sea la que mas brille.
 Me gustaría encontrar el camino que me lleve lejos, a donde nadie pueda verme morderme y llorar, donde nadie pueda interrumpirme cuando junto cuatro acordes y les llamo canción, cuando arranco palabras de un papel en blanco, o cuando pinto las paredes con los últimos versos de Machado. 
 En mi cielo hay muchas estrellas, gente que me falta, cosas que no olvido,  y cada estrella fugaz es algo que pasó y se perdió en alguna parte de mi mente, demasiado ocupada pensando que pasaré de nuevo desapercibida por la calle, una mas, al fin y al cabo. Que sensación mas desagradable esa llamada soledad






El día menos pensado me hago poetisa y escribo mis últimos versos en la pared.

18.11.11

Sangre. Alcohol. Tinta.

Me vacío poco a poco, la sangre mancha el suelo, la vida se me escapa por las grandes grietas que he abierto en mis brazos, ya inertes. La luz está encendida y dentro de un rato el teléfono sonará, pero quien quiera que llame en un momento tan íntimo como es mi muerte no obtendrá respuesta. 

Tengo claro que tardarán en echarme de menos, en percatarse de mi no existencia, pero no lloraré el que nadie me recuerde porque nunca lo hice. ¿La soledad? es lo que menos me importa. No es la soledad lo que me ha destrozado la vida, la soledad siempre ha sido mi mejor amiga. La soledad es la mejor amante de los poetas, se folla a nuestras mentes y nos hace permanecer en un eclipse constante y sombrío, por lo menos, a los que son como yo, eternamente disconformes, distantes e incoherentes, de los que no creemos en las historias de amor, si no en el sexo sin sentido en algún callejón sucio, de los que bebemos y nos drogamos y escribimos mientras vomitamos en el suelo al borde del coma etílico, de los que viajamos en un barco sin velas y hablamos de filosofía con las putas y con los vagabundos con sida. Si, definitivamente la soledad no ha sido el motivo de mi muerte.


Las cataratas de mi sangre sucia y espesa continúan derramando mi ser por la habitación. El teléfono ya ha dejado de sonar y la ventana está abierta, el aire congelado de octubre entra y hiela lo poco que queda de mi.  



Siento que me evaporo, que desaparezco, mi campo de visión cada vez se estrecha más. El tiempo parece detenerse, pero he decidido no mentirme a mi misma y ser consciente hasta el último momento de que no va a cambiar nada cuando ya no esté, los borrachos seguirán llegando tarde a casa, como lo hacía yo, despertando a los vecinos y llorando en las esquinas de sus sucias casas, y que los yonkies del Rabal van a continuar poniéndose hasta el culo de jaco, con todo el abecedario de Hepatitis en sus podridas venas. Sí, todo va a seguir como siempre, por eso siento, o sentía, tanto asco, porque todo parece inamovible. Asco que nacía de mi negro corazón de poetisa desgastada y marchita. Toda yo era asco, y me dejó de importar en el momento en el que me di cuenta que ese asco me hacia escribir cada día peor, que me encerraba mas en mi burbuja, que enmarcaba mas mi palidez y mis ojeras. Debo reconocer que  me encantaba, adquirí el rol que deseaba desde siempre, la oveja negra que se mueve silenciosa como una sombra, nocturna, decadente, aspirando siempre al triunfo, cayendo en el bucle de los desesperados, con los dedos manchados siempre de tinta. Eso es. La Tinta. En el último aliento de vida que consigue bombear mi corazón me percato de lo que ha acabado conmigo es la tinta, mis retinas consiguen girar para ver que estoy rodeada de papeles garabateados y botellas vacías, de poemas con rimas patéticas, versos repugnantes que parieron mis manos, ahora ya frías. Siento deseos de llorar.
 
El teléfono vuelve a sonar, y los vecinos vuelven a discutir. Una ambulancia se oye a lo lejos, no se dirige a mi apartamento. Muero acompañada de mi soledad, me viola por última vez, en el suelo, manchándose con mi sangre, revolcándose en ella. Mis parpados, abiertos sin posibilidad de ser cerrados, se vuelven hielo junto con todo lo que he dejado de mí, unos cuantos poemas, dos botellas vacías y un cadáver hecho girones. 

11.11.11

Falsa añoranza.

Echo de menos esas tardes de domingo jugando al parchís en el salón, comiendo porquerías. Echo de menos que me contaras un cuento antes de dormir, que me cantaras aquella canción tan bonita que siempre recordaré. Añoro que me abrazaras y me dijeras que estabas orgulloso de mi, que me recibieras con los brazos tan abiertos y la sonrisa tan amplia que ni el mismo cielo podría compararse en extensión. Las comidas con la familia en navidad, el árbol atestado de decorados de madera desgastada, cada uno con su historia, tus figurillas de cristal horribles y tu colección de jarras de cerveza. El despacho hasta arriba de libros de historia que jamás entendí, quizá porque no tuve tiempo suficiente de hacerlo. El suelo cálido, la pared a la que me dedicaba a arrancar el papel pintado a escondidas porque notaba una extraña sensación de felicidad cuando lo hacía. 

Quizá porque no he tenido nada de esto, miento y me invento cien historias a las que poder echar de menos. Me gustaría añorar, pero ya no puedo hacerlo, porque voluntariamente arranqué esa parte de mi vida y la corté en pedacitos que tiré al mar de camino a casa, a MI verdadera casa, con mi verdadera familia, con los que me aceptan tal y como soy. 
Es inevitable que piense en ti de vez en cuando como un tirano, como el señor que puso una semilla alguna vez en el vientre de la madre a la que le debo todo. ¿Que quieres que te diga? bastante hago ya inventándome falsos recuerdos para no parecer demasiado fría al decir que no te echo de menos, y que, si algún día te vuelvo a ver, sea para hacer que te arrepientas de haberte tatuado mi nombre, mostrándome como la persona que jamás hubieras querido tener como hija.